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domingo, 13 de septiembre de 2015

Crítica de cine

La imagen más difundida de la película.

La Tierra y la Sombra

Por Alberto Ramos Garbiras (*)
La película del director César Acevedo obtuvo cuatro permios recientes en Europa, el Cámara de oro en el festival de Cannes, también  el Sacd (Sociedad de Autores),  Visionary Award (premio revelación) y Le Grand Rail D’Or (premio del público). Es un director joven, talentoso y con una visión crítica sobre los problemas de la sociedad colombiana que, seguramente le proporcionará al cine nacional obras para reflexionar sobre lo que nos falta alcanzar para ampliar la democracia y poder gozar de los derechos sociales, económicos y culturales.

Alfonso (Haimer Leal ), el esposo de la campesina abandonada regresa a una casa rural en un minifundio de Candelaria (Valle) después de 17 años de ausencia, en medio cañaduzales(con cultivos de caña a lado y lado como muros), camina hacia su antiguo hogar, una casa sin panorama rodeada de caña de azúcar y un árbol samán que sobrevivió a la tala intensiva para extender el monocultivo, y recibe el primer impacto ambiental: es envuelto por una nube de polvo que levanta uno de los vehículos del ingenio. Su hijo Gerardo (interpretado por el actor Edison Raigosa),  está muy enfermo, fue cortero de caña de azúcar cerca de 12 años y ha adquirido una enfermedad pulmonar que no lo deja salir de la casa, se cuida del humo, el polvo, los incendios y la pavesa de la caña: vive encerrado pero sin atención médica. El entorno lo está matando.

Hay una escena que lo dice todo: Alfonso recorre las áreas alrededor de la casa, no encuentra nada de lo que había, los parajes diversos desaparecieron, los árboles frutales no existen, las fincas cambiaron su vocación, el campo ahora es uniforme, cierra los ojos para reaccionar, vuelve y mira: todo es como un inmenso colchón verde.  Ese monocultivo de caña que transformó el panorama, acabó con las fincas, los árboles, la avifauna y transformo el panorama en un colchón verde. La rutina de los corteros de caña es retratada en esta película de César Acevedo, los trabajadores están gran parte del día en medio del calor canicular y con una indumentaria de protección solar, sombrero, un trapo en el cuello y guantes, dotados de machetes. Los corteros viven una situación de esclavitud, sin servicios de salud, sin protección laboral, comiendo de portacomidas, asoleados, tiznados y en la tarde terminan fatigados, sin fuerzas y se mueven como zombies. Llegan tiznados e irreconocibles a sus casas a bañarse, para recuperar energías.

La película tiene doble género: corresponde al género dramático, pero al mismo tiempo se enmarca en el género ambiental. Para escribir sobre esta película uno trata de evitar el comentario meramente contenidista y el enfoque ecosocialista, pero el guion y el encadenamiento de los hechos lo conducen a esa clase de escritura.

La Tierra y la Sombra narra la agonía de un cortero de caña desatendido, sin seguridad social. Fue utilizado cuando tenía salud, energías y el pago a destajo no le permitió disponer de ahorros para protegerse  Y una madre aferrada a la tierra, que no concibe la transformación que la agroindustria con cañaverales le impuso y fue cercada por los daños ambientales. César Acevedo, director de este film narra la situación familiar angustiante de los corteros de caña cercados por los impactos ambientales y las desiguales condiciones laborales. Es un drama familiar Una familia desahuciada irremediablemente desprotegida por el Estado que permitió la alteración de la huella ecológica y no reguló la producción al permitir quemas, requemas y fumigaciones a los ingenios azucareros. Una película que describe un intenso drama familiar por los efectos socioeconómicos negativos de una agroindustria monoconcentradora del poder agrícola atentando contra la seguridad alimentaria de la región.

Lo único que le falta a esta película dentro de ese cuadro lúgubre que narra es una secuencia donde aparezca una avioneta fumigando con glifosato, ese es el otro factor que exterminó los cultivos de frutas y hortalizas de los pequeños propietarios, minifundistas que no se pudieron sostener. En el Valle del Cauca por fuera del glifosato   se viene presentando la inadecuada aplicación y aspersión aérea de pesticidas órgano fosforados, en el sector agrícola con vuelos ilegales desde aviones livianos que, de manera anti técnica afectan cultivos vecinos y aledaños, madurándolos prematuramente, o descomponiendo sus frutos. Las aplicaciones y aspersiones realizadas con esta clase de aeronaves, han carecido de los permisos que deben expedir las autoridades aeronáuticas, sanitarias y ambientales. La continuidad de esos sobrevuelos de fumigación agrícola no han sido controlados debidamente y no cumplen los requisitos en lo tocante al manejo de residuos sólidos, de líquidos; no hay control sobre las mezclas y la utilización de albercas, equipos de aspersión, tanqueo de los agroquímicos, etc.

Lo que le sucede a esta familia de La tierra y la Sombra es lo que le ha sucedido a todos los minifundistas del Valle geográfico, fueron asfixiados y liquidados económicamente. Un entorno infernal no solo por las llamas que los rodean por la quema del follaje de caña, con lluvia de pavesas que asfixian. Las pavesas con el viento son pulverizadas hasta en partículas submicrónicas que se inhalan imperceptiblemente, esa seguramente es la enfermedad pulmonar que hace agonizar al hijo de la pareja disuelta.

Como ambulancia el padre del  debilitado Gerardo contrata una carretilla que en el Valle del Cauca llaman Zorra, esa escena condensa la  precariedad de la familia expuesta a la extinción. Lo conduce por desespero ante la desatención médica a un puesto de salud donde no le recetaran lo apropiado ni lo diagnosticaran en debida forma por la inexpertica del médico y por las negativas a quienes no tengan medicina preparada, o al menos afiliación a una EPS. El padre angustiado implora que lo reciban y atiendan porque se va a morir, la súplica no tiene eco.

Al final de la película vemos el éxodo obligado de la familia, deben abandonar la casa, único bien que han tenido, la abuela (Hilda Ruiz) se queda sin familia, sin trabajo y sin sustento porque ni para la recolección primitiva de frutos le sirve el área donde habita , impactada por el monocultivo de la caña de azúcar. Hilda Ruiz desempeña la mejor actuación con introspección a la manera de los egresados de Actor Studio. Es serena, seca solo dice lo preciso y está marcada por el tiempo y las circunstancias que la agobian.

La película tiene el tono del cine neorrealista italiano, con crudeza, sin adornos y con actores  que parecen sacados del sitio que se describe, narra la situación de oprobio, encierro y amenaza  a que el entorno los reduce. El neorrealismo ese cine italiano de la segunda postguerra que retomó y aplicó en lo social el realismo francés. El cine italiano de la segunda mitad de los años 40 en medio de la precariedad por la devastación de la segunda guerra mundial se concentró en exhibir las condiciones sociales de manera real sin ocultar los sufrimientos humanos, Exaltó los sentimientos de los personajes, se rodó en sitios externos, escenarios naturales, por fuera de los estudios de cine, unos guiones comprometidos con la realidad social p ara plantear estados de precariedad y si se quiere de pauperización de sectores sociales. Fue el cine que hicieron directores como Rosselinni, De Sica, Visconti, De Santis, Lattuada, Germi,  Masseli, Fellini y otros que hicieron películas memorables como La tierra tiembla (Terra Trema), Ladrón de Bicicletas (Ladri di Biciclette), Stromboli: Terra di Dio, Riso Amaro, Ossessione, El Limpiabotas, Roma , Citta Aperta y otras.

La película fue filmada o rodada en la vereda El Tiple de Candelaria, este municipio vio  estancado su desarrollo y padece por falta de agua potable. El monocultivo de la caña de azúcar absorbe  sus aguas subterráneas y desvían las superficiales. Las aguas superficiales no solo están contaminadas por las cargas orgánicas, también por las aguas residuales que vienen aguas arriba, más los vertimientos porcícolas y otros factores, también la tala intensiva en las laderas del otro municipio afecta por empalizadas su potabilización, los deslaves en las cuencas por talas intensivas vuelven turbulentas las aguas que rodean el municipio, y los vertimientos industriales, entre otros. Cuatro ríos surcan y recorren el municipio, tres ríos altamente contaminados e intratables (Párraga, Cauca y Desbaratado) y el otro, aguas arriba la administración Municipal de Florida impide que se conecten las tuberías.

Allí, en Candelaria, la realidad concreta hoy es esta, se ha alterado la biodiversidad, la vida no es saludable y productiva en armonía con la naturaleza, las aguas subterráneas no son objeto de especial protección, el consumo humano del agua no tiene prioridad sobre otros usos, no hay acciones de corrección y restauración del deterioro ambiental, el paisaje no es protegido, los suelos se han salinizado, no funciona para este municipio el sistema nacional ambiental porque no hay acciones conjuntas de  las autoridades, se registra degradación y erosión de los suelos, se alteró nocivamente la topografía, se alteró el flujo natural de las aguas, hubo extinción cualitativa y cuantitativa de especies vegetales.
Hay 33 municipios con cultivos de caña que los bordean, y recientemente estos cultivos se han extendido a las planicies de los municipios con tierras de ladera. El monocultivo de la caña de azúcar acabó la vegetación y espantó la avifauna. En la película los pocos pájaros que quedan están en la banda sonora y en la imaginación del abuelo acudiendo al  recurso de los sonidos que emitían, silbando para imitarlos. La quema del follaje de la caña alteró la temperatura y bordea e invade con pavesas a la población, las partículas submicrónicas son un atentado permanente contra las vías respiratorias de los residentes, las fumigaciones aéreas con glifosato acabaron con los minifundistas pudriendo sus frutos y hortalizas; los ingenios azucareros desecaron los humedales e invadieron la ronda protectora de las corrientes de agua; el rio Párraga fue convertido en una cloaca, por la disminución acelerada de su caudal, por el aprovechamiento del caudal desproporcionado por parte de la industria azucarera de la localidad, por la contaminación ambiental generada por los ingenios azucareros y la población del municipio sin PTAR los cuales arrojan a su escaso caudal aguas contaminadas. Candelaria puede ser analizado como Municipio piloto de lo que sucede en otros cuando se altera el paisaje y la geografía con un solo cultivo y se atenta contra la seguridad alimentaria. Hay que exigirle a la CVC la recuperación y restauración del rio Párraga, sancionando  a los contaminadores.

Quien visite ese municipio y recorra sus alrededores, salta a la vista que el desarrollo armónico se rompió hace varios años en Candelaria por el extensivo cultivo de la caña de azúcar  que tiene cercado a este municipio y extenuados, asfixiados, acogotados a sus habitantes. Municipio anulado por un monocultivo que atenta contra la huella ecológica y disminuyó la agricultura antes diversa y pujante.

(*) El autor de este comentario ejerció la crítica de cine durante diez años en el periódico El País, fue codirector de la revista de cine Trailer, con Umberto Valverde, y asistió a cursos de historia del cine y apreciación cinematográfica en España y Suecia.

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