Foto tomada de www.d24ar.com |
El mal ejemplo de los
cañicultores
Por Alberto Ramos Garbiras (*)
Le plantee al ministro del Medio Ambiente,
Gabriel Vallejo, en mi calidad de jefe de la Oficina Departamental de la
Gestión del Riesgo, la necesidad imperiosa de suspender las quemas del follaje
de la caña de azúcar, al menos por ahora en esta temporada de incendios, hasta
marzo de 2016 que culmine el Fenómeno del Niño, y mientras se toma una medida
definitiva con una práctica que ya lleva veinte años prorrogándose con
diferentes pretextos.
La solicitud la formulé durante la visita del
Minambiente a Cali el día 17 de septiembre, dentro de la reunión del
Comité de Atención de Desastres, con la presencia del señor Gobernador y del
Director de la CVC, cuando se instaló la sala de crisis.
El Ministro y el Comandante Nacional de
los Bomberos, coronel Miranda, estuvieron de acuerdo en la suspensión y así lo
anunciaron los medios de comunicación al día siguiente, pero siguen las quemas.
Fabio Cardozo, analista agudo y agente de paz, dudó cuando le comenté que al
fin tendríamos un respiro.
Desde 1995 la ministra Cecilia López
Montaño permitió por decreto las quemas en el sector de la caña de azúcar, como
una técnica agrícola a cielo abierto para la quema del follaje de caña y se le
dieron diez años. Pasado este período, hicieron una prórroga inconcebible
y continúa el problema.
Lo cierto es que estas quemas han
terminado calentando el ambiente del Valle del Cauca, alterando la temperatura
atmosférica, produciendo efectos nocivos a la salud por la pavesa que se
dispersa en diferentes hogares, afectando vestuarios, lavado de ropa, piscinas,
canales de los techos, y con el viento, las partículas submicrónicas, en que se
convierten la pavesas, pueden ser inhaladas y afectar las vías respiratorias.
Además, la quema en si afecta el suelo y
los microorganismos del suelo y van poco a poco deteriorándolo hasta la desertización.
Estas quemas y requemas han terminado en el Valle del Cauca como una práctica
ya permanente que la gente no tolera, hay municipios cercados por la caña y por
las quemas, como Candelaria.
Lo
más impresionante del caso es la situación en cifras dadas por los
bomberos. En más de 1.300 hectáreas de caña de azúcar, durante los meses de
julio y agosto de 2015, se han hecho quemas por fuera del mismo control de los
ingenios, o sea su centro de avisos con la rosa de los
vientos, y los bomberos han tenido que enfrentar estos incendios,
porque son incendios no controlados por los programadores de la caña de azúcar,
y terminan en un mal ejemplo, tanto los incendios controlados de miles de hectáreas
como los no controlados.
En las laderas y montañas de las cordilleras
Occidental y Central, la gente observa y copia el ejemplo de los
cañicultores, también hace quemas agrícolas para despejar el terreno y
ahorrarse dinero en lo que corresponde al descapote y el desbroce de los
terrenos, mal ejemplo que se ha traducido en que quienes incendian también como
técnica agrícola extienden estos incendios hacia otras hectáreas y se forma una
crisis mayor, aumentando los incendios.
Se puede llegar a quemar 30, 50 o 100
hectáreas por extensión de los vientos, cuando solo los campesinos de la
montaña pretendían quemar una plaza, lo hacen imitando a los
cañicultores del valle geográfico.
La tendencia debe ser implantar la zafra
en verde o en crudo, denominada “azúcar sin ceniza”. Los cañicultores queman el follaje porque la quema
abarata los costos de las empresas, cargándolos al ambiente y a la salud
pública, pero no se contabilizan los gases de efecto invernadero que producen
las quemas, no se contabiliza la muerte de diversas especies a causa del fuego,
ni los casos de asma y enfermedades respiratorias de los pobladores vecinos y
de los propios trabajadores de las fincas propiedad del ingenio.
Cuando se efectúa la quema de caña en el
día se produce una contaminación, la cual puede ser visualizada comúnmente al
observar una especie de lluvia de trozos de cenizas sobre toda la ciudad.
Estas cenizas van acompañadas de una serie
de gases no visibles y humo que agravan los problemas. Así tenemos que esta
combustión produce gases como monóxido de nitrógeno, el cual tiene efectos
tóxicos sobre los humanos.
(*) Abogado,
constitucionalista, experto en medio ambiente, docente de la Universidad Libre
de Cali.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario