Fascismo y
para-criminalización: una mirada hacia Feliciano Valencia
Por Sara Leukos
El
horizonte sin luz
está mordido de
hogueras.
Federico
García Lorca
El mundo no se libera del fascismo. Este
niega cualquier concepto de individualidad y
lo opera en masa, es un brazo de la física contemporánea, donde las
probabilidades mayores o menores del fenómeno subyacen
bajo el conjunto de los individuos.
El fascismo, para sostenerse, recurre
al reino de las probabilidades, de la mecánica cuántica. La acción de aniquilar
pueblos enteros, nacionalidades, etnias no es de hoy, ni se inserta en un
tiempo pasado superado. El siglo XXI aún permanece en su sala-cuna, no ha visto
morir a su madre, ha seguido el curso.
La relación entre los principios del
fascismo y los principios de una física contemporánea no vienen solos.
Occidente en el siglo XX encontró la mágica formula en Einstein y Max Planck,
este último científico prusiano-alemán, considerado uno de los mejores físicos
del siglo pasado. En relación a la contribución e introducción de nuevos
conceptos en la mecánica cuántica acuñó en término filosóficos: “una nueva
verdad científica no se hace explicándola a los oponentes sino cuando ellos
mueren y una nueva generación cree en esta verdad”. Resultando: un
tiempo demoledor, desgarrador en la señal del tendón histórico.
El fascismo es la imposición de un
pensamiento que se aplica con toda una carga instrumental de
eliminación. En su punto inicial lo contable, es decir, la muerte, hasta la
instalación cotidiana de lenguajes eliminatorios, estigmatizadores, represivos
y profundamente inapropiados, ante una sociedad que se atisba en resistencia.
En esta dimensión, se advierte una para-criminalización que,
en su naturaleza misma, responde a un abrazo de ese pasado, recostado para
actuar desde las entrañas de los principios fascistas. El siglo XXI se halla en
el drama más aberrante, conmisero, ignominioso de verter pueblos al destierro,
al hambre, a la pobreza y a la desaparición.
El tiempo-presente y su propósito:
Colombia
El fascismo vierte su
propósito a un proyecto basado en una economía moral, justo en
ese capitalismo global que cobra muchas vidas y para ello recurre a las
ondas espacio-temporales.
Hay un fuerte brazo de ese pasado,
donde se configura un tiempo homogéneo, éste se asoma bajo gobiernos,
pensamientos represores, estandartes, tambores, botas y charreteras. La
para-criminalización se basa en el desprecio por el ser humano, en la
vía multi-escalar de la discriminación, la eliminación, el
individualismo posesivo y el sometimiento
desde la gobernanza a miles de ciudadanos a la
eliminación individual y colectiva del sujeto.
Es una apuesta permanente de Estado
En Colombia la para-criminalización,
bajo estos postulados está instalada como política de Estado: se asesina
selectivamente bajo escuadrones, se desaparece uno a uno, como una sinergia
cuántica, se judicializa sistemáticamente y sorpresivamente sin
mucho ruido.
Este modelo de para-criminalización se afianza con un discurro almibarado, bajo la lupa de organismos judiciales,
legislativos y fuerzas militares. Todos como en un banquete, respondiendo a esa
puesta en escena, como en un film a lo Pier Paolo Pasolini: el poder
y la degradación como corpus político.
Así obra el fascismo en la
actualidad
En Colombia los territorios están en
resistencia en relación con el gran proyecto económico de globalización, donde
se asoma la muerte y la gobernanza para-criminal.
Esa inflexión se vehicula ante una
política de Estado que, aún frente al inicio de un proceso de paz con el movimiento insurgente FARC-EP, aún, no se ha podido
desbrozar el cordón de esa para-criminalización.
Para ello solo basta mirar
cómo este presente se funde en ese pasado reciente, hacia un actual proyecto
político de algunos candidatos a las gobernaciones y alcaldías en octubre de
2015. Solo basta para mirar cómo emergen
postrados bajo el crimen.
A nombre del bien, se extiende el
mal
Se cierne sobre ellos un olfato
sospechoso de actos de financiamiento, concesiones económicas, acciones de
corrupción, estrategias de protección militar, amparo gubernamental, protección
política bajo el amparo y control de localidades urbanas, red de mercado
delincuencial, es decir, toda una agencia indirecta a nombre de un postulado
fascista que cobra un significado en todo un mercado-político capitalista.
En medio de este hervor, el Estado,
la sociedad atisba hacia un proceso de paz con los movimientos insurgentes
FARC-EP y el ELN, que como gran reto actúan, ante lo que sería un
tiempo-presente y político.
Es un presente revelador, en tanto
que el futuro ha hecho daño bajo roles apresados, estimulados por el
postulado de un Estado en la negación del individuo, que ha ocasionado miles de
muertos y sumido a millones de seres en una pobreza hegemónica, bajo una
economía emergente, “estrictamente moral”, de dominación del otro.
En ese curso delineado, el pueblo no
está ajeno a esa madriguera del fascismo global, que de manera soterrada deambula con su olfato apuntando en los más íntimos rincones: la
cotidianidad colombiana. Es una corriente de pensamiento extrema, en una
deshumanización, una privatización del otro, pretendiendo despolitizar a los
sujetos.
La para-criminalización: Feliciano
Valencia
En Colombia, la violencia del Estado
ha existido siempre, donde muchas de las masacres y torturas llevadas a cabo
por los paramilitares han contado con la participación directa o la complicidad
de miembros del Ejército, la Policía, políticos, gremios económicos, medios
periodísticos que se refuerzan hoy en el cauce electoral, cuyos hombres están
encerrados en la gran fronda de un gran bosque electorero.
El capitalismo global con sus tenazas
fascistas extiende una guerra, no solo en Colombia, sino en algunos lugares de
América Latina. Un poder de control, un modo de gobernanza en toda una
militarización de una sociedad, esa que justamente se halla en la línea débil
de una supuesta “democracia”. En ese trazo, se empiezan a saber ciertas
verdades.
Las fuerzas paramilitares tienen la
misión de aplicar una violencia instrumental de Estado hacia una construcción
de una para-criminalización enfocada al pensamiento crítico. Ésta
vierte expresiones cotidianas, pensamientos reguladores, estigmatizantes, al servicio
de todo un “pensamiento fascista“. Se vehicula todo un control
social y político, todo un “corpus territorial”, donde opera una clase
dominante.
El indígena nasa, Feliciano Valencia
-condenado a 18 años de prisión- es un vértice en el gran iceberg de
la onda solapada que extiende la dirigencia represiva en los
organismos del Gobierno que ampara el presidente Juan Manuel Santos. Estos
organismos vertidos, políticamente corruptos y represivos, están al
servicio de una para-criminalización.
Feliciano, luchador indígena,
comunero de gran solidez para defender los territorios indígenas de terratenientes, narco-paramilitares,
opositor al modelo extractivista de la zona indígena del Cauca, hoy día está
sometido a todo el corpus político de dominación y represión
del Estado para-criminalizado.
Él, como comunero, es una
instancia del pueblo nasa, aguerrido, defensor de la autonomía y el territorio
en un espacio político: la defensa por la pervivencia de los derechos
consuetudinarios. Hoy día, una vez más, es señalada esta defensa bajo una acción
punitiva hacia Feliciano Valencia y el movimiento comunero indígena.
Es claro que de un lado Santos habla
de paz con los movimientos insurgentes, y del otro normaliza extremas formas de
represión, a cualquier precio, no importa el trazo a lo que se tenga que llegar
con los líderes del movimiento social en Colombia.
La diferencia entre el fascismo y la
para-criminalización no es el mecanismo que los produce, sino dónde se producen.
El mecanismo es similar y se puede ver dónde está su origen y su naturaleza
misma: el Estado.
La para-criminalización imprime a ese
tiempo-homogéneo esta senda, propia del fascismo; garras de tigre que salta a
recobrar el pasado: irrumpir en el corazón
central de la gobernanza para viabilizar una violencia de Estado,
instalar el terror, bajo una “economía moral”. Esa economía del sujeto en
el laberinto del olvido es condición amenazadora y, por qué no, violatoria de
la condición humana en términos reguladores.
Así como va Colombia, se
preguntaría uno: ¿Para qué diablos los colombianos habrían de querer la paz
como la propone Santos? Que se sepa, en Colombia el tiempo-presente impone el
hambre, la corrupción, las falsas judicializaciones, miles de presos políticos,
desterrados de la tierra, imposición de circuitos de mercados transnacionales,
asesinatos selectivos, normas represoras, legislación punitiva para expresarse,
circuitos de desapariciones uno a uno; a diestra y siniestra esto continúa como
tendón de la historia, propiciado por los organismos del Estado nacional.
¿Entonces de qué paz está hablando
con los movimientos insurgentes? Así como va Colombia, se repetirán los hechos,
y el filósofo Schopenhauer se quedará atrás frente a los acontecimientos de
no-repetición. Ante esto, cabría especular, ¿¡será que en el horizonte se
prenderá una nueva hoguera emancipadora, como un nuevo cauce de rebelión!?
Este articulo de fascismo y para criminilización de Sara Leukos es toda una reflexión estructurada de lo que debe ser la paz en cualquier parte del planeta. No olvidemos que la paz es el equilibrio entre lo interno y externo del ser humano, es decir es concreta, histórica y objetiva. Son D.D.H.H. Y si hay posibilidad de llegarse a un acuerdo entre las F.A.R.C.-E.P. y el gobierno nacional de santos no puede legitimarse si continua el nefasto comportamiento de los gobernantes de turno y de la oligarquía. Debe cambiarse la conducta de los dueños del poder.y con la presencia de las masas populares en la calle, organizada y dispuesta a transformar las injusticias a que nos han sometido los mismos de siempre y negadores de la historia. Es decir debe construirse la paz con justicia social.
ResponderBorrarQuienes hemos tenido la oportunidad de escuchar en conferencia a Feliciano Valencia podemos certificar de su calidad humana, sincera y cordial como pretende apoyar a sus nativos y al pueblo Colombiano. Hoy mas que nunca se hace obligatorio la solidaridad con este hermano de clase y exigir su inmediata libertad. No mas detenciones arbitrarias, no mas falsos positivos judiciales.
Nelson Guzmán Baena
PRESIDENTE O.C.P. (Organización Colombiana de Pensionados) Seccional Armenia.