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domingo, 25 de mayo de 2014

Reflexión. A propósito de la algarabía por el triunfo de un equipo español


Eurocéntricos hasta en el fútbol

Por Luis Alfonso Mena S. (*)
A propósito de la final de la Copa Europea este sábado 24 de mayo, llama la atención la enorme cantidad de hinchas que tienen los equipos del Viejo Continente entre los colombianos. 

Ello deriva no solo de la globalización propiciada por el internet y la televisión, sino de un comportamiento histórico de extraña y automática admiración por todo lo europeo.

La mayoría de los políticos colombianos, por ejemplo, han sido tradicionalmente eurocéntricos.


La interpretación de la historia universal en América se ha hecho casi siempre desde una visión y clasificación eurocéntrica (Europa y su historia como origen y centro del mundo).

Y ahora, eurocéntricos hasta en el fútbol, sin considerar que éste deporte constituye hoy, en el ámbito mundial, una gran y espantable mafia en manos de multimillonarios negociantes.

Por eso, no se entiende la algarabía por el triunfo del Real Madrid, equipo de fútbol cuyo nombre nada más remite a la parasitaria “realeza” española y hace parte de un emporio que mueve miles de millones de euros y se puede dar el lujo de hacer prolongar un partido de fútbol cinco minutos, como ocurrió hoy, y todo para que su cofradía multimillonaria no pierda la hegemonía y termine ganando lo ya que tenía perdido…

Igual ocurrió el miércoles en la criolla Liga Postobón (Ardila Lulle y sus muchachos) en Colombia, con el triunfo a toda costa del Atlético Nacional, el equipo de los dueños del negocio (la Liga).

¿Cuánta sangre le ha costado el fanatismo a las hinchadas arropadas por banderías ajenas, compuestas por miles de jóvenes excluidos dentro de sociedades segregacionistas, quienes solo se sienten importantes cuando actúan en masa, muchas veces en actos sin razón?

Mientras nuestros hinchas se matan por trapos y colores de otros, los reyes del negocio se llenan los bolsillos moviendo los hilos de Cristiano Rolando y compañías.

Hoy Brasil, país futbolero por naturaleza y portador del balompié mejor jugado del planeta, da ejemplo con un pueblo que no come cuento y explota contra la mafia de la Fifa, imperio convertido en una gran transnacional del deporte que se comporta como un supraestado, impone normas y viola las constituciones de las naciones donde celebra sus mundiales.

El pueblo brasileño, que sabe tanto de fútbol, nos da ejemplo.

Cali, sábado 24 de mayo de 2014.


(*) Director del medio alternativo PARÉNTESIS.

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