Foto tomada de controversiaacueductoropance.blogspot.com |
Agua y derechos
colectivos
Necesitamos un
macro acueducto, no en Pichindé, para quitarle más agua al de San Antonio, sino
en la zona del río Pance y el río Lili, ubicado de tal forma que permita
alimentarse del transvase de aguas de un río de Jamundí, para reemplazar gran
parte de las aguas del río Cauca, y por
gravedad distribuirla para salvar la salud de los caleños. Los habitantes de
Cali son caucadependientes. El 70% de la población asentada en el perímetro
urbano de Cali depende del río Cauca.
Por Alberto
Ramos G. (*)
Hay
que empezar a construir un Macroacueducto en el Sur antes de que sea intratable
el rio cauca. O al menos dos verdaderos reservorios de agua pura captándola al
llegar al plan antes de que se contamine con las aguas residuales que Emcali no
controla y antes que miles de personas tengan que desocupar la ciudad. Las
aguas llegan contaminadas desde el departamento vecino. Una ciudad no es viable
ni sostenible sin agua. Para rematar la misma ciudad está contaminando las
aguas que después de toma. La autoridad ambiental ha estado ausente por muchos años y no actúan
conjuntamente la CVC, el Dagma y el Ministerio del Medio Ambiente.
El
río Cauca sigue siendo una cloaca gigante donde caen los desechos
industriales, y todas las aguas negras
de los municipios que existen aguas arriba de Cali. La Constitución dice en el
artículo 49 que el saneamiento ambiental es un servicio público a cargo del
Estado, para la recuperación de la salud. Hasta que todos los municipios con
influencia en la cuenca del río, no cuenten con plantas de tratamiento para
convertir en lodos o biosólidos las
aguas residuales, todo lo que se diga es una vaga ilusión.
No
solo significan desastre los terremotos, los sismos de cualquier magnitud, las
erupciones volcánicas, las inundaciones y los
deslizamientos. Las líneas generales de la ley 46 de 1988, el desastre
es considerado como el daño grave o la alteración de las condiciones normales
de vida de un área geográfica determinada, entonces: la turbiedad que lleva a
la impotabilización de las aguas del río Cauca y el desabastecimiento, son un
desastre.
El
porcentaje de población que se surte del río cauca corresponde más o menos un
millón y medio de habitantes que pagan el servicio público de agua y no pueden
contar con él porque súbitamente es suprimido, y si lo tienen, no es de confiable
calidad porque es captada de un río hecho vertedero de todas las excretas de
los municipios aguas arriba, y caño de todas las empresas que no son
controladas por las Corporaciones Autónomas
que comparten un ecosistema y una bio región, pero dejan avanzar la tala
de los bosques en las micro cuencas que conforman la hoya hidrográfica del rio,
luego con las lluvias torrenciales, el arrastre formará las empalizadas y el
arrastre de lodos que impedirá el tratamiento el agua oportunamente.
La
prestación del suministro del agua potable como bien y como servicio en
Colombia se caracteriza por la creencia reduccionista de estar convencidos que
utilizando inmensas cantidades de cloro, de carbono activado y todos lo
elementos químicos para la potabilización, basta, con esa estrechez
administrativa, bajo un supuesto eficientismo institucional tradicional, sin
mirar las transformaciones urbanas que exigen, por el crecimiento de la
población y los impactos contaminantes, una interacción entre autoridades para
controlar y contrarrestar los daños derivados de las múltiples actividades
humanas, el agua no solo se deteriora, sino que se atenta abiertamente contra
la salubridad pública.
Ahora
la suspensión del servicio se dará por el verano y los bajos niveles. Con la
contaminación múltiple del rio Cauca se afecta y se violan varios derechos: el
derecho colectivo a la salubridad pública, al goce del ambiente sano, la
defensa de los bienes de uso público, la efectiva prestación del servicio
público, el derecho a la salud, el derecho a la vida y el derecho a la
prevención de desastres. La ley 46 de 1988 define el desastre como el daño
grave o la alteración de las condiciones normales de vida de un área geográfica
determinada: la imprevisión como política genera desastres.
La
solución para el saneamiento del río se habría logrado hace varios años si
funcionara el Sina como Sistema Nacional Ambiental, que la CRC y la CVC
hubieran cumplido con sus obligaciones contenidas en la Ley 99 de 1993 para
conservar el río que comparten en el recorrido inicial. De todas manera
necesitamos un macro acueducto, no en Pichindé, para quitarle más agua al de
San Antonio, sino en la zona del rio Pance, y el río Lili, ubicado de tal forma
que permita alimentarse del transvase de aguas de un río de Jamundí, para
reemplazar gran parte de las aguas del
rio Cauca, y por gravedad distribuirla para salvar la salud de los caleños.
Los
habitantes de Cali son caucadependientes, se lo dije en una entrevista al
periodista Jaime Escobar, antes de ganar la primera vez el Premio de periodismo
ambiental, Bonilla Aragón, pero y al río Cauca lo siguen depredando, una de las
causales: la apatía administrativa, la
desidia y la falta de cumplimiento de las normas ambientales. El 70% de la
población asentada en el perímetro urbano de Cali depende del río Cauca, pues
sus aguas son captadas y tratadas a un alto costo para distribuirla hasta las
tuberías de los inmuebles de las mayorías de
las residencias. El resto de la población se surte de los ríos Meléndez
y Cali que cubren la zona de ladera y la
parte del piedemonte de la cordillera occidental.
Al
tratar de elaborar una lista completa de los factores poluentes y del daño
ambiental causado al río Cauca el espacio no alcanzaría, porque esa contaminación múltiple exige buena
observación. Un listado preliminar puede contener los siguientes aspectos:
erosión grave de la riberas y,
desbarrancamiento por intervenciones antrópicas, la extracción incontrolada de
arena con destino a la construcción, invasión de la faja lateral con viviendas
subnormales, ocupación del jarillón o dique de protección, arrojamiento de
escombros sobre las orillas y la coraza
del río, funcionamiento de marraneras ilegales que arrojan vísceras y excrementos,
basuras dispuestas en gran parte del recorrido, tuberías aéreas que penden
desde los patios de las casas informales lanzando excretas al río, lavanderas
de rebusque utilizando detergentes, fábricas en la margen izquierda produciendo
detritus, más la inmensa contaminación que viene desde el departamento del
Cauca por todas las actividades que no controla la CRC como Corporación
Autónoma de este departamento vecino, entre otros aspectos, la tala intensiva
de los bosques en las microcuencas de los ríos que origina las empalizadas y
los vertimientos industriales que no han suprimido. La huella ecológica urbana
es así irrespetada.
(*) Ex
procurador ambiental del Valle del Cauca, profesor de derecho ambiental,
Universidad Libre y Universidad Santiago de Cali, USC.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario