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Los obstáculos para la participación
democrática de la ciudadanía
Es evidente que los sesgos
de la democracia representativa no han permitido un desarrollo pleno de la
democracia participativa… Resulta pertinente precisarles a mis compañeros
consejeros que la instancia representativa es el Concejo Municipal, mientras que
la participativa es el Consejo de Planeación.
Por Armando Palau Aldana (*)
La semana pasada escribí sobre el
inicio de la discusión ciudadana del proyecto de Plan de Desarrollo de Cali,
entregado por el alcalde Guerrero al Consejo de Planeación, enfatizando que a
esta instancia consultiva, le corresponde organizar y coordinar las
deliberaciones de los sectores económicos, sociales, ecológicos, comunitarios y
culturales de la municipalidad, con el fin de garantizar eficazmente la
participación ciudadana, para la elaboración del concepto y las recomendaciones
sobre el instrumento de gobierno de la actual administración.
El escrito fue producto de la
determinación que asumió el Consejo de Planeación en su sesión del martes 13 de
marzo, acordando la apertura de la participación ciudadana en las siguientes
sesiones del martes 20, viernes 23 y martes 27 de marzo, teniendo en cuenta que
conforme al tenor legal, antes que finalice el presente mes, este cuerpo
consultivo debe cumplir con la entrega del documento al Alcalde.
Pero infortunadamente, en la
siguiente sesión del viernes 20, al retomarse la discusión, la mayoría de los consejeros
(varios de los cuales no estuvieron en deliberación pasada), acordaron que la
participación de la ciudadanía tendría que limitarse a la entrega de escritos
al respecto. Solo tres consejeros en franca minoría defendimos el derecho de
las gentes a exponer sus opiniones sobre el Proyecto de Plan de Desarrollo.
El tema reviste la necesidad de
plantear una discusión pública al respecto, pues es evidente que los sesgos de
la democracia representativa, no ha permitido un desarrollo pleno de la
democracia participativa, pues se argumentó por la mayoría de los consejeros,
que el pleno del Consejo de Planeación es en sí mismo el “foro de discusión”,
en su condición de representantes de los distintos subsectores que lo
conforman.
Retomando las reflexiones que hice
en torno a una propuesta política que estamos confeccionando, traigo a colación
entonces, del maestro Estanislao Zuleta, el siguiente pensamiento, que se
publicó en el libro Democracia y
Participación (1988): ”Lo que nosotros llamamos una apertura democrática es
una búsqueda de una nueva comunidad, de un pueblo que exija, que piense, que
reclame, que produzca. Ahora bien, esa comunidad está igualmente en función de
la racionalidad, porque es necesaria para que pueda haber democracia. Pensar en
el lugar del otro, reconocer que el otro puede tener la razón, hacer el
esfuerzo de ver hasta qué punto se puede aprender de él, es un movimiento que
va contra toda discriminación. Cuando uno hace una discusión, y la hace
racionalmente, allí el que pierde gana, porqué tenía un error y encontró una
verdad”.
Sé que la construcción y el
fortalecimiento de prácticas para una verdadera democracia participativa
constituyen una iniciativa de ardua confección, incluso, tantas veces hemos
salido en defensa de la democracia y hemos terminado lesionándola en la
confusión de la confrontación con los otros.
Recordemos a Oscar Wilde cuando dijo
en La balada de la cárcel de Reading:
“Todos matamos lo que amamos, mata el valiente con una espada, el cobarde con
una mirada de doblez almibarada”.
En uno de mis recientes libros, Política y Medio Ambiente (2011), retomé
lo que nos enseñó Orlando Fals-Borda, en su Investigación Acción Participación,
afirmando que el problema como proyecto de trabajo debe definirse de manera
conjunta con las comunidades, para generar cambios en los cuales los actores
sociales sean protagonistas a partir de una reflexión sobre sus propias
experiencias, materializando el aprendizaje en la medida en que se logre elevar
los niveles de conciencia acerca de su propia realidad, como resultado
inmediato de la investigación y de la acción, como fuente de conocimiento, para
transformar la realidad social en beneficio de las gentes involucradas,
operando al interior de un sistema vigente para ir suscitando transformaciones
parciales que puedan conducir a cambios estructurales, a través del trabajo y
la combinación de la acción y la reflexión, que tiene un carácter educativo.
Escribí que, en esta perspectiva,
cualquier gestión ambiental o política no puede proyectarse y direccionarse
desde el nivel decisorio de los consultores, quienes deben convertirse en
facilitadores altamente flexibles, pues no se puede pretender que sigan siendo
los depositarios del conocimiento ni de la conceptualización, sino que deben
estar dispuestos al cuestionamiento de la información y a la construcción de un
nuevo conocimiento popular, alimentado por los saberes cotidianos de la
comunidad, permitiendo que las gentes cuestionen la propia formación
profesional de aquellos, esta es la dinámica del saber popular.
Resulta pertinente precisarles a mis
compañeros consejeros que la instancia representativa es el Concejo Municipal,
mientras que la participativa es el Consejo de Planeación.
Basta con que leamos el tenor de la
Carta Fundamental y de la Ley 152 de 1994 orgánica de planes de desarrollo,
para que quede claro el asunto: “El Consejo tendrá carácter consultivo y
servirá de foro para la discusión del plan de desarrollo. Le corresponde
organizar y coordinar una amplia discusión sobre el proyecto de plan de
desarrollo, mediante la organización de reuniones, en las cuales intervengan
los sectores, con el fin de garantizar eficazmente la participación ciudadana”.
Negar el ejercicio de la palabra a
la ciudadanía es sencillamente un desconocimiento a derechos fundamentales
constitucionales, especialmente: el libre desarrollo de la personalidad sin más
limitaciones que las del orden jurídico; y la libertad de expresar y difundir
el pensamiento y las opiniones.
No podemos circunscribirnos a los
contenidos de papel, la palabra debe fluir para que la participación se
constituya en una realidad. Por ello traigo a colación, para que se abra y
ventile la discusión, las palabras de Jorge Eliecer Gaitán al respecto, que
cobran mayor vigencia en estos días:
“En el mundo moderno la democracia
no es resolver un problema sino plantearlo. ¡Democracia! Pero, ¿cuál? La
multitud ama la democracia. Todos la amamos en este país. Pero, ¿cuál es la que
deseamos ver realizada? La teocrática, la de ayer, ¡que no tenía consagración
en el ágora pública sino en los palacios destinados al culto de Dios! Y todos
nosotros nos jactamos de profesar y servir a la democracia. Pero se trata ahora
de saber cuál es el contenido de esa democracia, se trata de la democracia
económica, de la democracia como triunfo de las normas que rediman a la mayoría
y no de la democracia en traje de luces de la Revolución Francesa, que
divorciaba el hecho político del hecho económico. La gente que tiene
determinadas ideas en este país, suele pensar ingenuamente que sin el imperio
de esas ideas la humanidad se desquicia”.
(*) Abogado, ambientalista, director del periódico La Ciudad. Fundación
Biodiversidad, consejero Sector Ambiental.
Cali, jueves 22 de marzo de 2012.
El Plan de desarrollo de Cali ofrece como primer principio rector, un enunciado pseudoreligioso, proclamando la vida del hombre por encima de todo, enunciado que hoy no tiene sentido porque el hombre no está por encima de todo, hace parte del todo y si se mantienen actitudes depredadoras el hombre no quedará sobre una tierra en que sostenerse, sino en un desierto estéril.
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