Caricatura tomada de latidosdenervion.com. |
El profesor hora/cátedra,
un
“austerus pobresoris”
Una caracterización interesante de los docentes
de las universidades del país hecha por un profesor y columnista. “De planta,
transitorio y catedrático, tres figuras contractuales distintas… El
catedrático, nombre científico “austerus pobresoris”, presenta una masa
corporal directamente proporcional con la duración de su contrato: ocho meses
del año dividido en dos periodos de cuatro y se prepara, cual hormiga
previsora, para los cuatro meses de sequía en que no recibirá salario”.
Por estos días de calma tensa en el campus de
la Universidad Tecnológica de Pereira, de expedición de resoluciones, batalla
de comunicados y declaraciones, suspensión de contratos, queda tiempo para la
‹‹observación participante›› de los miembros de la academia.
En un diálogo de sobremesa con Pablo, un
colega que por su actitud desenfadada y su apariencia joven se confunde entre
los estudiantes, encontramos curiosos rasgos para intentar una caracterización
de la fauna docente. Sin querer invadir
el área de los especialistas en medicina veterinaria, voy a compartir las
descripciones de tres especímenes que conviven en la universidad de las cinco
décadas.
El
profesor de planta –categorías asistente, asociado o titular– en lo que atañe a
la recreación y el cultivo físico-espiritual hace pilates, yoga o Tai chi con
instructor privado en el conjunto residencial; el docente transitorio practica
el spinning o la elíptica tres veces por
semana; el catedrático participa de los aeróbicos y juega banquitas en el
barrio (por esto no le cobran).
No menos importante es la figura. El índice de masa corporal del profesor de planta es
notoria, sugiere un ser saludable, con medicina prepagada y esos carbohidratos
que retiene son una señal inequívoca de prosperidad (solo un envidioso diría
que es obesidad); al transitorio no le sobra ni le falta masa corporal, vive
ilusionado en que su estatus social –estrato es una trampa para suprimir
clases– puede mejorar el próximo año, evita las harinas en las noches para no
tener que hacer dietas molestas y lo atiende una EPS; el catedrático, nombre
científico “austerus pobresoris”, presenta una masa corporal directamente
proporcional con la duración de su contrato: ocho meses del año dividido en dos
periodos de cuatro y se prepara, cual hormiga previsora, para los cuatro meses
de sequía en que no recibirá salario.
Las formas de ahorro. El rozagante espécimen de planta ahorra en títulos valores
de Ecopetrol o el grupo Aval, construye en el lote del condominio y la sección del telenoticiero que
más interesa es la económica; el transitorio tiene cuenta de ahorros y compra
el Baloto para encontrar un atajo y la parte del telenoticiero que sigue
con atención son las cuñas de vehículos en promoción; el
catedrático tiene un marrano-alcancía con monedas de $500 para romper en
diciembre y la sección que no se pierde es “Lo que indican los indicadores”.
La participación en eventos académicos no
puede ignorarse. El de planta va a
representar a la universidad en congresos o a dar un seminario como profesor
invitado con viáticos según su escalafón, sufre de estrés cuando viaja a Sao
Paulo, Barcelona, Buenos Aires o Madrid. El transitorio presenta una ponencia
en un congreso en Bogotá, Medellín o Cali y se estresa porque los viáticos no
le alcanzan para un hotel de 3 estrellas. El catedrático viaja a Sevilla, Valle
del Cauca, Armenia o Manizales a un foro regional y él paga su transporte.
Medios de locomoción. El catedrático siempre anda de afán, tiene un
comportamiento presuroso por que labora en dos universidades –nunca está seguro
de que sea llamado el semestre siguiente– para cuadrar los ingresos, y sabe
mucho de las bondades del transporte público; el transitorio se desplaza con
movimientos seguros y llega en moto a la U; el profe de planta parquea el carro
último modelo comprado con el sudor de sus neuronas, camina sereno y saluda con
una sonrisa a las estudiantes (ninguna
fuente confirma si es diseño de sonrisa).
De planta, transitorio y catedrático, tres
figuras contractuales distintas. Pero todos son profesores con igual dignidad
humana. La administración de la universidad debería recordarlo, cuando se autoevalúa
para preservar la acreditación institucional de alta calidad.
(*) Edison Marulanda es profesor de la
Universidad Tecnológica de Pereira, UTP y columnista del periódico La Tarde de
la misma ciudad. El artículo transcrito fue publicado en este diario el 9 de
octubre de 2011.
Excelente profe Edison , 2022 y por acá estoy haciendo una reseña del mejor profesor que tuve , el mas asertivo , era usted , me encontré este blog que me recuerda mi deber de años atrás de hacer uno igual, cosas que se nos olvidan en todo este recorrido que nos da la vida, un saludo profe.
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