Momento en que Ancízar Hernández, líder de los motoristas despedidos por la empresa Coomoepal, dialogaba con el director de PARÉNTESIS. (Foto: Carlos Alfonso Victoria M.). |
“Somos sacrificados por una oligarquía
que atropella nuestros derechos”
Por Luis Alfonso Mena
S.
Ancízar
Hernández es uno de los miles de motoristas que años atrás movilizaban a los
caleños conduciendo los buses del transporte público con nombres de colores: los
Blanco y Negro, Azul Plateada, Rojo Crema, Gris San Fernando, Verde Bretaña,
Azul Crema, Verde San Fernando, Amarillo Crema, Gris Roja…
Y
hasta hace poco era conductor de otra de esas empresas, la Coomoepal, de la
que, denuncia, fue despedido con otros 420 compañeros, sin que les reconocieran
sus derechos. Ya no les permiten ganarse la vida laborando en las busetas verdes
de la Coomoepal.
Por
eso, para reclamar que los dejen trabajar y ante la falta de atención a sus
reclamos, él y 45 compañeros más decidieron tomarse pacíficamente la Catedral
Metropolitana de Cali, el martes 12 de mayo
El
Masivo Integrado de Occidente, MIO (el Transmilenio caleño), exige que todos
los buses tradicionales salgan de circulación, así las flotas de sus operadores
no cumplan con las enormes necesidades de una ciudad de más de dos millones y
medio de habitantes, como lo es Cali, y aún los requiera, en lo que podría ser
una solución multimodal.
Luego
de casi dos semanas de toma de la iglesia, hasta ayer no se vislumbraban
soluciones, ni la empresa ni el Gobierno Municipal ni el Ministerio del Trabajo
ni los dueños del MIO se reunían con ellos.
El
único que les ha prestado atención ha sido monseñor Darío de Jesús Monsalve, el
arzobispo de Cali, por cuya intermediación, fundada en su sentido social y
humanista, se ha frenado su desalojo, según reconoce el propio Ancízar
Hernández.
Desde
las afueras de la iglesia, situada en la Calle 11 con Carrera 5, en una esquina
de la Plaza de Caycedo de Cali, hablamos con él, aprovechando las rendijas del
portón del principal centro católico de oración de la ciudad.
“Somos
conductores afectados y sacrificados por la oligarquía, por este monopolio, por
los ricos de la ciudad que atropella los derechos del pueblo”, es lo primero
que nos dice. Y reclama la solidaridad de los demás motoristas que, confiesa,
ha sido escasa.
Según
Hernández, uno de los pocos que les ha brindado solidaridad plena es del arzobispo
de Cali.
-- ¿Qué están
reclamando con esta toma de la Catedral del Cali?
--
Lo único que estamos pidiendo es el derecho al trabajo, continuidad laboral, o,
en su defecto, la indemnización como corresponde conforme a la Constitución de
la República.
-- ¿Hasta cuándo
laboraron ustedes?
--
Laboramos hasta el once del presente, cuando fuimos vilmente atacados por la
Fuerza Pública. Fue necesaria la presencia del Esmad de la Policía y de guardas de
tránsito para sacar de las calles a unas personas cuyo único objetivo era laborar
y llevar el sustento diario a sus familias. Fuimos tratados como delincuentes
en Cali.
-- La Alcaldía ha dicho
que ustedes podrían ser empleados como conductores del MIO. ¿Qué responden?
--
Son 80 cupos los que están ofreciendo y el 90% de los aquí presentes tenemos
multas de dos millones de pesos en adelante y es un requisito estar a paz y
salvo. Y, como en el caso mío, que tenemos 50 años y más… Y supongamos que nos
contraten, pero por haber sido revolucionarios en materia de la defensa de los
derechos del pueblo, nos buscan la caída a los dos o tres meses y otra vez
quedamos en las mismas.
-- ¿Cuál ha sido la
respuesta del propietario de la empresa?
--
El dueño gerente de Coomoepal fue muy visible durante décadas. En estos
momentos es invisible ante la problemática y simplemente optó por no defender
la empresa y tirarnos a la calle.
-- ¿Cuántos motoristas se
encuentran cesantes por efectos de la desaparición de las empresas de buses?
--
Tan solo de Coomoepal hay 420 desempleados. Respecto de las demás empresas, se
supone que hay unas 700 busetas, unos 1.400 motoristas que no han apoyado la
causa justa, pero ellos van para allá, a ellos les queda un cuarto de hora más.
-- ¿Cuál ha sido el
apoyo de los demás transportadores?
--
El apoyo ha sido muy mínimo, ni en materia económica, para soportar la causa
del movimiento, ni mucho menos presencialmente.
-- ¿Entonces, quiénes
les han prestado solidaridad?
--
Hasta el día de ayer, algunos vehículos que sagazmente salían a laborar y
hacían algún aporte para nosotros. En este momento contamos con menos apoyo que
el día de ayer.
-- ¿Cuál ha sido la
actitud del Arzobispo de Cali?
--
Gracias al apoyo y a la presencia del Arzobispo de Cali es que estamos aquí. Ha
sido el único, de todos los que se han pronunciado, que realmente ha estado
dispuesto a defender la causa de los justos, que es la causa de los motoristas
de Coomoepal.
-- ¿Qué les ha dicho el
Gobierno de Cali?
--
En las diferentes declaraciones que han dado a los medios dicen: “Se van porque
se van”, pero no nos ofrecen ningún tipo de soluciones. Por eso nos
radicalizamos y aquí permaneceremos hasta que salgamos con algo justo, que
salgamos con una indemnización, que nos den lo que nos corresponde a los
motoristas por diez, once, doce, quince, veinte años de servicio a la comunidad.
-- ¿Hasta cuándo
piensan llegar?
--
La idea es llegar hasta lo último, hasta donde sea necesario. El tiempo es
indefinido. Puede ser mañana o dentro de una semana…
-- ¿Cómo están haciendo
sus familias para sobrevivir?
--
En estos momentos tenemos problemas económicos. Hay compañeros que esta es la
hora que tienen uno, dos, tres meses de arriendo vencidos. El problema no viene
de ahora sino de tiempo atrás, por la salida y chatarrización de tantos
vehículos.
-- ¿Le han planteado a
la Alcaldía la necesidad de mantener los buses en circulación para complementar
el servicio del MIO?
--
Ese ha sido el tema inicial de todo. Pero en Cali, el alcalde Guerrero y el
secretario de Tránsito Hadad están confabulados con la oligarquía, con el
monopolio, con el empresariado, sin importar por encima de quien vayan a pasar,
sin importar el hambre y la miseria del pueblo caleño.
Tan
pronto terminamos de hablar, Ancízar Hernández regresa a la opacidad del
interior de la Catedral, mientras en las afueras, en la Plaza de Caycedo, siguen
los familiares de los ocupantes y algunos líderes sociales clamando
solidaridad, y en las autopistas, avenidas y calles de la ciudad los gigantes
articulados del MIO continúan su discurrir, en un interminable ir y venir del monótono
color azul, que borró no solo la alegre multiplicidad cromática de los buses de
la Cali de hace poco, sino que también acabó con la tranquilidad de centenares
de familias de motoristas pobres, hoy en el asfalto.
Cali, sábado 23 de mayo
de 2015.