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miércoles, 4 de noviembre de 2020

Elecciones presidenciales en EE.UU. 2020

 



LA PIRINOLA DEL IMPERIO

Por Luis Alfonso Mena S.

Las elecciones presidenciales en los Estados Unidos de este 3 de noviembre resultaron todo un fiasco, en el que volvió a caer la máscara de lo que nos han vendido como “la mayor democracia del mundo”. Nada más falaz.


A estas alturas de la post jornada no se sabe quién será el nuevo capataz del imperio, a pesar de que hay un ganador con amplia ventaja en el resultado general, y todo depende de unos cuantos estados en los que esperan el conteo de las papeletas enviadas por correo y del voto anticipado: Wisconsin, Michigan, Pensilvania, Georgia y Nevada.

 

El sistema electoral estadounidense es antidemocrático, así casi nadie lo diga, porque la mayoría sucumbe deslumbrada ante los mapas llenos de cuadritos azules y/o rojos, y les parece “apasionante”, “interesante”, “complejo” y otros lugares comunes.

 

Se trata de un sistema en el que no hay proporcionalidad ni equidad, y en el que, como ocurrió hace cuatro años y podría suceder en este 2020, el candidato perdedor puede ser finalmente el elegido, aunque Biden va ganando por más de dos millones de votos.

 

En 2016, Hilary Clinton ganó en el voto popular por más de tres millones de papeletas, pero el elegido fue Donald Trump.

 

Lo que impera es el juego de la pirinola: quien gana en cada uno de los 50 estados de la Unión se lleva todos los delegados ante el Colegio Electoral, organismo estatuido para designar, con base en esos guarismos, el presidente del país.

 

Es un sistema pétreo que, como ocurre con otras instituciones (venta abierta de armas largas a tutiplén, por ejemplo) resulta inmodificable, a pesar de su demostrado desequilibrio.

 

Así que habrá que esperar que el enmarañado andamiaje electoral gringo se desenrede en las próximas horas o días, y que, además, se resuelvan los artilugios y maromas jurídicas emprendidas por Trump en varios estados de reñida votación con el fin de torcer los resultados que no le son favorables.

 

Lo apretado del resultado él ya lo preveía, y por eso había amenazado con desconocer las cifras si no le eran convenientes, y ha puesto a funcionar su maquinaria de abogados.

 

En todo caso, gane Trump (lo más improbable a hoy) o Biden (como parece), nada tienen los pueblos del mundo qué esperar del nuevo administrador de la Casa Blanca, salvo más cercos militares, bloqueos económicos, políticos, diplomáticos o invasiones, como ha sido su contante histórica.

 

En eso “demócratas” y “republicanos” se dan la mano. Porque, como ocurre con todo imperio, lo importante para ellos es la supervivencia de su supremacía, y no dudarán en continuar el sojuzgamiento de las tierras y las poblaciones que osen ser independientes y soberanas.

 

Luego de este 3 de noviembre la pirinola seguirá incólume en el sistema electoral gringo, contribuyendo en la definición de poderes con supremacía blanca, racista y segregacionista.

 

En últimas, esa es la esencia de ese mecanismo, y para ello fue establecido.

 

Y en Colombia, el régimen uribista en el poder se acomodará para rendir pleitesía al nuevo o al viejo emperador y hacer méritos frente a él, para seguir entregando el país con el servilismo que la ha caracterizado a lo largo de todo el gobierno de Iván Duque.  

 

Cali, miércoles 4 de noviembre de 2020.


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