ODIO,
EN MEDIO DE LA TRAGEDIA
Por Luis Alfonso Mena S.
Mientras el país se debatía entre
el estupor y el dolor, por la terrible tragedia ocasionada por el
desbordamiento de los ríos que rodean a Mocoa, capital del departamento del
Putumayo, en Bogotá, Medellín, Cali y Montería el uribismo desfilaba haciendo gala
de odio, mentiras y devastación ética contra la paz y la reconciliación entre
los colombianos.
En Bogotá, el presentador del acto uribista realizado en la Plaza de Bolívar les deseaba la muerte, micrófono en mano, a sus contradictores en el Gobierno y en el Congreso de la República; en Medellín, el asesino John Jairo Valásquez, alias Popeye, jefe del ejército de sicarios de Pablo Escobar, se exhibía muy orondo en el epicentro del desfile de los paisas que lideraba el mismísimo Álvaro Uribe y se afirma que varios participantes, sin pudor alguno, se fotografiaban con el criminal; y en Montería, un oscuro senador uribista, Daniel Cabrales, enceguecido por el odio, en el colmo de los disparates, le atribuía a las Farc ¡el desbordamiento de los ríos en Mocoa!
En opinión de muchos colombianos, no cabe duda de que el uribismo se encuentra en una etapa delirante con tendencia a la demencia, pues incurre en las más absurdas y descabelladas invenciones para tratar, en vano, de desacreditar todo lo construido hasta ahora en el proceso de paz colombiano.
Y en ese marco, incluso, incurre también en la agresión a periodistas, a quienes, a pesar de toda la difusión que éstos hacen de cuanta declaración profieren Uribe y sus adláteres, los califican de "vendidos" y "enmermelados", como ocurrió en Cali y en otras ciudades del país.
Hoy todos los esfuerzos de los
colombianos deben orientarse a la solidaridad con los hermanos de Mocoa, que
padecen los estragos de la naturaleza y de la imprevisión del Estado a lo largo
de su historia.
Al uribismo hay que dejarlo en su
soliloquio alucinante, de extrema derecha, irracional.
Jamundí, Valle del Cauca, domingo
2 de abril de 2017.
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