La abstención en la jornada electoral del 25 de mayo fue inmensa alcanzando casi el 60%. (Foto tomada de laiguana.tv). |
Colombia: país sin
memoria y godo
Por Santiago Mena Cárdenas
Concluida la primera vuelta
presidencial, el panorama político del país no podría ser más desalentador: la
segunda vuelta se disputará entre Juan Manuel Santos, candidato de la
oligarquía nacional de derecha, y Oscar Iván Zuluaga (Álvaro Uribe), candidato
de la extrema derecha guerrerista.
Con una abstención del 59,97%, apenas
13.216.402 sufragantes de un potencial de 32.975.158, se hace una
reconfirmación de la derechización del país, tal como se vio en las elecciones
parlamentarias de marzo, en las que la mayoría de las bancadas se repartieron
entre el Centro Democrático y los partidos de la Unidad Nacional.
El partido del senador electo Álvaro
Uribe ganó a comparación de las elecciones del 9 de marzo 1.712.537 votos de
más, mientras que el candidato presidente y su coalición de partidos perdió
1.681.246 votos, demostrando que la guerra sucia que caracterizó las últimas
semanas de la campaña presidencial perjudicó más a Santos.
Martha Lucía Ramírez, con 1.995.698 votos, y Enrique Peñalosa, con 1.065.142, entrarán a repartirse entre los dos
aspirantes a segunda vuelta. Muy seguramente el conservatismo irá a apoyar el
guerrerismo urbista de Zuluaga, y la Alianza Verde, dividida desde su
nacimiento, divagará sobre qué hacer, pues dentro de esa colectividad hay
muchas posturas hacia los diálogos de paz.
La candidatura de Clara López y Aída
Avella por el Polo Democrático y la Unión Patriótica obtuvo una excelente
votación, 1.958.414 sufragios, a comparación de lo que fue la votación
parlamentaria, ganando 1.415.403 votos producto de las ideas y propuestas que
las dos candidatas en esta campaña presentaron. Pero que ante la polarización
entre las derechas no pudo sobresalir aún más de lo que debía ser.
A raíz de ello, la segunda vuelta
presidencial prevista para el 15 de junio se debatirá principalmente entre la
posibilidad de la terminación del conflicto armado con las Farc-EP o la
continuación de las confrontaciones armadas que durante más de 50 años ha
desangrado al país y que con las conversaciones de La Habana vislumbra un
camino de finalización de ello.
Más allá de la paz, entre las
candidaturas de las derechas no hay una diferencia sobre el modelo de Estado,
las dos obedecen a los intereses privatizadores y de las grandes
transnacionales, modelos que pretenden regalar el país a los Tratados de Libre
Comercio que han generado una gran crisis en el agro colombiano,
profundizadoras ambas de la guerra social contra el pueblo colombiano con
reformas nefastas de corte neoliberal a la salud y a la educación superior.
Oscar Iván Zuluaga, candidato de
Álvaro Uribe, afín al cinismo que caracteriza al uribismo, promete “un cambio”
del país cuando en realidad durante el gobierno Santos no ha habido diferencia
de lo que durante ocho años representó el gobierno de los falsos positivos, de
las reformas lesivas a la clase trabajadora, de las chuzadas impunes.
Así pues, independiente de quien gane
el 15 de junio próximo, la tarea de la izquierda y de los movimientos sociales
y obreros es forjar una gran unidad con miras a transformar realmente a
Colombia, a rescatarla de las manos depredaras del imperialismo transnacional, de
los TLC, eso sí, si se logran dejar de lado los sectarismos y los egos que han
caracterizado históricamente a las izquierdas.
La tarea es difícil, pero es un
imperativo histórico.
@SantiMena94
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