Denunciaron
que agentes extranjeros confabulados con la oposición interna pretenden
reproducir en Venezuela la nefasta experiencia de Ruanda en 1994, cuando las
transnacionales de la información diseñaron el enfrentamiento entre las
poblaciones Tutsis y Hutus, hecho que provocó un genocidio que arrojó más de
800.000 víctimas. En ese caso, se presentaron 50.000 documentos y más de
600 horas de grabaciones con las consignas lanzadas desde la siniestra
Radio Mil Colinas, la radio del odio, y copias del diario Kangura, plagado
de ilustraciones y textos racistas.
Por Alba
Ciudad/ Prensa AN
Colectivos de comunicadores y comunicadoras
socialistas, acompañados de los diputados del Psuv Tania Díaz y Earle Herrera,
integrantes de la Comisión Permanente del Poder Popular y Medios de
Comunicación de la Asamblea Nacional (AN), se pronunciaron este viernes desde
la Sala Ríos Reyna del Teatro Teresa Carreño para rechazar la violencia y el
manejo falso y modificado de la información por parte de medios de comunicación
privados e internacionales.
En ese sentido, los asistentes dieron a conocer un
comunicado por la paz y en contra de los carteles de la información, donde
fijaron posición con respecto a los sucesos violentos promovidos por la
oposición venezolana desde el pasado 12 de febrero, que han intentado acabar
con la democracia en el país.
Esta actividad sirvió como ventana para que los
periodistas pudieran intercambiar ideas y exponer propuestas para desmontar la
matriz de opinión que pretenden generar estas corporaciones, con respecto a la
libertad de expresión y la “supuesta guerra”, que sectores opositores dicen
“hay en la República Bolivariana de Venezuela”.
Una de las voceras de la actividad fue la
periodista Rosita Caldera, quien manifestó su repudió al mal trato de la
información por parte de algunos comunicadores. “Los medios privados y
extranjeros falsifican la información que transmiten al mundo y dicen que aquí
no hay libertad de expresión, cuando sabemos que en países como España y
Estados Unidos la represión a periodistas es brutal”, señaló.
Asimismo, la comunicadora indicó que la derecha
venezolana tiene fábricas para montar escenarios en contra del Gobierno
Nacional y tildar de “dictador” al Presidente de la República, Nicolás Maduro,
quien ha sido paciente ante los constantes ataques que desde el 15 de abril de
2013 ha recibido.
Durante su exposición, Rosita Caldera recalcó: “Los
medios de comunicación deben estar al servicio de los pueblos, de los derechos
humanos, de la justicia social y del bienestar de su Patria”.
Por su parte, Gastón Guisandes, editor del diario Qué
Pasa de Maracaibo, hizo un llamado al pueblo venezolano a defender la
soberanía e instó a los periodistas a que informen de forma veraz lo que está
pasando y a no participar en lo que considera “un golpe de Estado continuado
desde el año 2002”.
Con la iniciativa de esta actividad, se pretende
crear un cronograma de foros para desmontar las matrices de opinión que se han
generado en los últimos días. La invitación se ha hecho extensiva a los
comunicadores internacionales, quienes vendrán al país el próximo mes para
participar en un encuentro de comunicadores por la verdad.
Texto del comunicado
Comunicadores Venezolanos por la Paz y contra los Carteles
de la Información
Para los colectivos de comunicadores venezolanos es
imperioso fijar posición sobre los acontecimientos que pretenden acabar
con el proceso democrático en nuestro país. El Presidente Nicolás Maduro
inició su gestión en abril del 2013, como resultado de unas elecciones
transparentes y democráticas. Sin embargo, desde ese primer
momento, sufrió el asedio de acciones terroristas ordenadas por la extrema
derecha nacional, que llamó a desconocer los comicios y a descargar las
calles del país, provocando el asalto a centros de salud, casas del
Partido Socialista Unido de Venezuela y edificios de la Gran Misión
Vivienda, entre otros, además del vil asesinato de 14 venezolanos.
La revolución bolivariana creada por Hugo Chávez
constituye un impedimento a los planes expansionistas y colonialistas de
una dictadura imperial, que pretende apoderarse y esquilmar las riquezas
de los países de la región suramericana como el agua, el petróleo, el gas,
la flora, la fauna y los territorios; de allí el afán por desestabilizar la democracia
participativa y protagónica y derrocar al gobierno legítimamente
constituido del Presidente Nicolás Maduro.
Las posiciones geoestratégicas de Venezuela, Brasil
y Argentina, entrada frente al norte, centro y sur del continente
americano, más los países con costas frente al Pacífico, resultan
imprescindibles para el control regional.
El reiterativo intento de golpe suave que han
enfrentado países como Venezuela (abril de 2002), Bolivia (agosto de 2008),
Honduras (junio de 2009), Ecuador (septiembre de 2010), Paraguay (junio de
2012) y de nuevo Venezuela en febrero 2014, se sustenta en el modelo de
guerra de cuarta generación, orientado en los manuales de la Escuela de las
Américas y de Gene Sharp, entre otros modelos basados en mentira, el
foquismo desestabilizador y la penetración de los sectores populares. En
el caso de Venezuela, el plan más reciente escaló hasta la violencia
extrema y la actuación de grupos mercenarios paramilitares, después de la
rotunda victoria electoral de las fuerzas revolucionarias en diciembre
de 2013, para elegir alcaldes y concejales, en los que un millón 300 mil
votos de ventaja ratificaron la mayoría irrefutable.
Empeñados en desconocer la legitimidad del Gobierno
Nacional, actores políticos de la ultraderecha y la derecha impusieron la
matriz de opinión de que estos comicios se convertirían en un plebiscito
contra Nicolás Maduro. Sin embargo, el resultado se transformó en la mayor
demostración de apoyo para el Presidente y un respaldo irrestricto a la
lucha desarrollada por el gobierno bolivariano para enfrentar el
golpe económico al que estos grupos sometieron a nuestro pueblo el último
trimestre de 2013, al violar su derecho constitucional a la seguridad
alimentaria. Esta profunda derrota produjo nuevas órdenes desde el
Departamento de Estado, en Washington D.C., para pasar al siguiente
escenario:
·
El
terrorismo, camuflado bajo la protesta pacífica, que ha generado, hasta hoy,
el asesinato 37 venezolanos y más de dos centenas de heridos en nuestra
población.
·
Ataques
públicos y asesinatos perpetrados por grupos paramilitares mercenarios.
·
Destrucción
de espacios y bienes públicos y privados.
·
Acoso a
la población.
Han sido éstas las líneas fundamentales que las
empresas mercantiles que manejan los productos informativos ignoran o
tergiversan. Las matrices que manejan los cárteles mediáticos privados al
servicio de los Estados Unidos se basan en la creación y divulgación de
informaciones falsas, que convierten a las víctimas en victimarios
y desarrollan campañas de guerra sucia contra el gobierno de Venezuela,
azuzando las condiciones para un escenario de conflicto armado y
señalándonos como un país en crisis que justifica la intervención
extranjera.
Por eso es permanente la presencia de los
dirigentes de la desestabilización y de opinadores de oficio contra la
revolución bolivariana en sus espacios de radio, televisión, prensa e
internet. Por eso la mayoría de las empresas del cártel
mediático internacional asignaron las últimas semanas corresponsales permanentes
en Venezuela, para la cobertura casi exclusiva del escenario de guerra
montado en sectores residenciales de clase media de sólo 18 municipios
controlados por la ultraderecha, de un total de 335 que tiene el país. Por
eso, la constante y antiética criminalización de organizaciones populares
y colectivos sociales, como los de comunicadores reunidos hoy aquí.
No dudamos en calificar de guerra sucia la campaña
emprendida por los representantes de este cártel de la información
internacional, porque se basa en:
·
Un irrespeto
absoluto a la opinión pública.
·
Una total
carencia de veracidad en sus materiales, publicados sin verificación,
ni fuente fidedigna, sobre la base en rumores y amparados en el anonimato.
·
Temas
orquestados claramente expresados en la uniformidad de sus titulaciones.
·
El
ocultamiento ante el mundo de los verdaderos responsables de la
desestabilización en Venezuela, de los 37 asesinatos y de los centenas de
heridos.
·
·
La
criminalización y el señalamiento directo, sin pruebas, de grupos sociales,
políticos e incluso de familias y personas, como causantes de acciones que
dañan a la sociedad.
·
El uso
abusivo de las redes sociales para incentivar el odio entre la población,
cometer asesinatos contra ciudadanos y miembros de la Fuerza Armada
Bolivariana que han convertido en objetivos.
LA EXPERIENCIA DE RUANDA APLICADA A VENEZUELA
El odio inoculado entre la población venezolana
previo al golpe de Estado en el año 2002 ha sido profundizado por el
latifundio de las corporaciones mediáticas, con el objetivo de replicar en
el país la guerra que se libró en Ruanda, país africano en el año 1994
cuando las transnacionales de la información diseñaron el enfrentamiento
entre las poblaciones Tutsis y Hutus, hecho que provocó un genocidio que
arrojó más de 800 mil víctimas. Este hecho que conmovió a la opinión
pública mundial condujo a la investigación de los sucesos y concluyó en la
prisión de los propietarios de la radio y televisión de Ruanda.
Los fiscales acusaron a estos medios de haber
orquestado un minucioso plan destinado a multiplicar el odio étnico y para
persuadir a la gente a asesinar a sus enemigos tutsis y hutus. Como
pruebas los fiscales presentaron cerca de cincuenta mil documentos, más de
seiscientas horas de grabaciones con las consignas lanzadas desde la siniestra
Radio Mil Colinas, la radio del odio y copias del diario Kangura, plagado
de ilustraciones y textos racistas. El crimen no quedó impune.
Alertamos sobre los intentos de provocar en
Venezuela un escenario similar de confrontación armada interna, a través
de estrategias de terrorismo mediático. Los colectivos de comunicadores
revolucionarios de Venezuela denunciamos ante instancias nacionales e
internacionales esta nueva arremetida contra la paz y la democracia
y rechazamos, de manera contundente, la falsas acusaciones sobre ausencia
de libertad de expresión en nuestro país, porque esa afirmación es,
escúchese bien, un abierto chantaje para proseguir incitando el odio y la
ola de asesinatos contra la población.
Otras de las acciones inmediatas que llevaremos a
cabo como Colectivos organizados por la Paz son estas:
·
Realizar
un Foro Internacional en Caracas el próximo mes para exponer todas
las pruebas sobre la responsabilidad del cártel mediático en el intento de
golpe suave contra Venezuela.
·
Invitar a
periodistas de medios de comunicación que obedezcan sólo a la ética,
la verdad y al mandato de sus conciencias, y no se subordinen a las
imposiciones del tutelaje imperial en la cobertura informativa de este
momento político, en el que está en juego la Paz de nuestra Nación.
·
Proseguir
con las reuniones con diferentes organizaciones internacionales que
agrupan a periodistas y comunicadores, como la Felap, sindicatos y colegios
de periodistas de América Latina, Organización Internacional de Medios Comunitarios.
Deseamos concluir con esta reflexión, publicada por
el diario La Jornada, de México, del artículo de Gilberto López y Rivas
titulado:
“¿DÓNDE QUEDÓ EL RIGOR METODOLÓGICO?”
“La Guerra sin límites consiste en ataques contra
todas las áreas de vulnerabilidad: Guerra Cultural, influenciando los
puntos de vista culturales de la nación adversaria; Guerra de las Drogas,
invadiendo a la nación adversaria con drogas ilegales; Guerra de la Ayuda
Económica, empleando la dependencia a la ayuda financiera para controlar
al adversario; Guerra Ambiental, destruyendo los recursos ambientales de
la nación adversaria; Guerra Financiera, subvirtiendo o dominando el
sistema bancario del adversario y su mercado de valores; Guerra Legal
Internacional, subvirtiendo o dominando las políticas de las
organizaciones internacionales o multinacionales; Guerra Mediática,
manipulando los medios de prensa extranjeros; Guerra en Internet,
mediante el dominio o destrucción de los sistemas informáticos transnacionales;
Guerra Psicológica, dominando la percepción de las capacidades de la
nación adversaria; Guerra de Recursos, controlando el acceso a los
recursos naturales escasos o manipulando su valor en el mercado; Guerra de
Contrabando, invadiendo el mercado del adversario con productos ilegales;
Guerra Tecnológica, ganando ventaja en el control de tecnologías civiles y
militares claves y la Guerra Terrorista contra la población civil.
Un verdadero manual para el genocidio es el que
tiene en ejecución el gobierno de Estados Unidos contra quienes no le
simpaticen”.
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