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lunes, 5 de noviembre de 2012

Reportaje. Diversidad y convergencia de comunidades en la Loma de la Cruz


El mítico Parque Artesanal La Loma de la Cruz. (Foto: Luisa Bolaños).

Un sitio en el que todos intentan tener su lugar

El parque artesanal la Loma de la Cruz, un lugar de luces y sombras, es el escenario en el cual la diversidad caleña se manifiesta. Un patrimonio cultural valorado por muchos e ignorado por otros es juzgado por las prácticas sociales que en este se evidencian.

Por Luisa María Bolaños Gómez (*)
“Aquí la gente es relajada y a nadie le importa lo que uno haga”, decía Alejandra Castañeda, tomándose un trago de ron, bajo el atardecer de un viernes en el parque artesanal la Loma de la Cruz, mientras buscaba con su mirada a alguien con quien pasar el rato. Castañeda ignora el significado y la historia del lugar. Lo único que le importa es “poder mostrarse tal cual y como es”.

Cuenta la leyenda que en aquel lugar fue enterrado un esclavo. Una de las versiones indica que el esclavo tuvo un romance con la hija de un hacendado y al final éste último terminó por enterarse, lo mató y lo enterró en la loma. La otra versión es más conocida e indica que el esclavo fue culpado de matar a su propia mujer y por esta razón también lo mataron a él. Las personas que transitaban el lugar empezaron a decir que en altas horas de la noche se podía observar una mano crispada que salía de la tierra. La leyenda le dio el primer nombre al lugar: La Loma de la Mano del Negro.


Para contrarrestar la presencia sobrenatural del esclavo que atemorizaba a las personas, los padres franciscanos, en una de sus misiones, colocaron una cruz sobre una mediana columna de ladrillo y a partir de esto es que se le llamó La Loma de la Cruz. En la actualidad, se puede apreciar la cruz sobre los ladrillos, en seguida una mano de color negro y cerca está el siguiente texto: “Recuerdo de la Santa Misión dada por los Padres Franciscanos. Septiembre de 1909”.

En 1990 se inauguró el parque con el objetivo de fomentar la cultura, el turismo, generar empleo, entre otras cosas. Con el tiempo se fue convirtiendo en un sitio turístico de Santiago de Cali y ahora es un sitio de diversidad cultural, lleno de luces y lleno de sombras, sombras que le han cambiado, poco a poco, el sentido y la imagen frente a los caleños, quizás frente al mundo. Y luces que luchan por no apagarse, por recuperar aquella identidad que hacía de la Loma de la Cruz un lugar digno de admirar.

Alejandra Castañeda, la joven estudiante universitaria, se pone sus gafas oscuras y toma otro sorbo de licor. “Aquí el viento es delicioso, la gente es chévere y el ambiente es súper relajado”, decía Castañeda mientras miraba con curiosidad a un grupo de jovencitas que se encontraban cerca a ella.

Las nuevas generaciones desconocen la historia de la Loma de la Cruz. Lo único que saben de ésta es que es un lugar para ‘parcharse’ un rato, tomar licor y fumar marihuana. “Los muchachos vienen a fumar vicio acá y se ven muchos actos obscenos por parte de la comunidad Lgbti”, afirmó Mélida Gómez, artesana del Nivel 4 del parque, quien aclaró que “uno no debe ser discriminativo con las personas y ellos son bienvenidos, pero los actos que ellos presentan acá, esos sí nos molesta porque alejan el turismo”.

Alejandra Castañeda subiendo la loma con su caneca de ron en la mano.
(Foto: Luisa Bolaños).
La presencia gay
Los viernes en la Loma de la Cruz ya tienen nombre: viernes gay. La comunidad Lgbti asiste masivamente, pues es una especie de costumbre, de práctica social. En la lucha por un lugar dentro de la sociedad caleña han encontrado un espacio en el cual no se sienten intrusos, no se sienten juzgados. “Aquí nadie lo va a estar mirando mal a uno”, dijo Alejandra Castañeda.

Llegando la noche se siente el olor a marihuana mezclado con el cigarrillo, mientras los arboles se acarician entre ellos, el viento es  su cómplice. Sonrisas y cantos se escuchan en el parque y Alejandra Castañeda decide acercarse a las jovencitas, pues no vino para estar sola.

Para Gladys Esterilla, vendedora de comidas típicas vallecaucanas, la presencia de la comunidad Lgbti no le afecta y no le incomoda. “Yo pienso que, al igual que nosotros, ellos son seres humanos y uno tiene que respetar la manera de vida de ellos. Yo creo que Dios le ha dado al ser humano diversas maneras de vivir y de estar bien”, expresó Esterilla, mientras servía vasos de champús a sus clientes y agregaba que “en la medida en que se les brinde más apoyo, más atención, yo creo que cada día va a haber una sociedad mejor y que cada día nos vamos a entender más”.

Por otro lado, Mélida Gómez insiste en que todos son bienvenidos a la Loma de la Cruz, sin importar sus preferencias sexuales, ideologías, entre otras cosas, pero el problema está en que las personas no respetan el lugar, no respetan que también hay familias y entre estas familias hay niños. “Lo que queremos es que esto mejore. Hemos tenido ya unas charlas con la comunidad Lgbti y también con los vendedores ambulantes que se han venido a trabajar acá. Queremos llegar a acuerdos, poder hablar, sobre todo hacerle entender a los Lgbti que son bienvenidos, pero que se comporten como debe ser”, subrayó Gómez.

Al llegar donde las jovencitas, Alejandra Castañeda se presenta y ellas la reciben con agrado, como si se tratase de una vieja amiga. Daniela Soto, estudiante de decimo grado de bachillerato cuyos padres son cristianos, le ofrece un cigarrillo y la invita a sentarse.

Valeria Aguirre, otra de las jovencitas, una animalista aficionada del rock, afirma que le gusta estar en el parque porque nunca la han criticado. Por otro lado, Valeria Bolaños, una joven de 17 años declarada lesbiana frente a su familia a la edad de 12 años, se une al comentario agregando que “acá ventea una ‘chimba’”. Las jóvenes se sienten muy bien en el lugar porque “la policía no dice nada”, van a “tomar, hablar y a recochar”.

“Es muy complicado cuando uno apenas sale del closet, ya que en mi caso por querer demostrarme que yo no era lesbiana casi termino en embarazo. Tuve relaciones sexuales con un muchacho y pasé el susto más grande de mi vida. Ahora lo que le digo a mis papás es que no se preocupen por embarazos”, expresó Valeria Bolaños, con una sonrisa contagiosa.

En la Loma de la Cruz, ni Alejandra ni sus nuevas ‘amigas’ han sido discriminadas, pero si lo han experimentado en diferentes circunstancias de su vida. En el caso de Valeria Bolaños, la discriminaron en San Antonio por besarse con su novia. “Me hicieron tremendo escándalo porque nos estábamos dando un beso”, expresó ella.

“Si lo discriminan a uno, pero esa etapa la tiene que pasar todo homosexual, tiene que aprender a superarla, a vivir con ella y a no importarle lo que diga la gente, a no importarle los comentarios de los demás y  así aprender a ser fuerte”, afirmó Castañeda.

A la derecha, Alfredo Arbos, quien le prestó su guitarra a un visitante del parque artesanal. (Foto: Luisa Bolaños).
Las críticas
Herlymar Lemos, una joven de 19 años y madre de un bebe de 5 meses, es habitante del sector y afirma haber tenido varias experiencias desagradables en el parque artesanal. “Es un lugar de perdición. Es horrible, más que todo el viernes porque es el día gay. Se siente una energía supremamente pesada”, subrayó Lemos y agregó: “Un día presencié una pelea de los llamados ‘parches’ con los policías. Un joven le sacó el cuchillo al policía y le tiraba, otro policía cogió a uno de los muchachos mientras corría, lo agarró del cuello y lo tiró frente a una pared”.

“Lo más feo que he visto fue un viernes que fui a vender unas boletas para un evento y había ancianos ofreciendo dinero a unos muchachos para llevárselos a moteles. Eso fue en la parte de abajo del parque. Son señores ancianos, se visten llamativamente y son bastante lucidos porque muestran los celulares y se ponen a mirar a los muchachos. Estos se paran y les posan, se insinúan para que los sigan mirando. Yo escuché a un señor que le dijo a un joven de aproximadamente 18 años que le daba $300.000 si se iba con él a un motel. Había policías cerca, pero no dicen ni hacen nada”, denunció Lemos.

Otro trago de ron, otro cigarrillo y alrededor mil y una expresiones de diversidad y de cultura. Alejandra Castañeda sigue conversando y el tiempo va pasando. Ella cuenta sus anécdotas respecto a los problemas con las parejas que ha tenido, mientras el guitarrista Alfredo Arbos se acerca y le toca la canción de los Enanitos Verdes: Lamento Boliviano.

Según el docente y sociólogo José Fernelly Domínguez Cancelado, en su texto académico sobre la violencia urbana en Cali, la violencia intragénero (entre homosexuales) es una forma de violencia inter subjetiva que “se puede expresar en campos del conflicto social y en buena parte de los casos está referida a la intolerancia”.

Oscar limpiando sus mamoncillos. (Foto: Luisa Bolaños).
Los vendedores
La comunidad Lgbti no es la única polémica en la Loma de la Cruz. Los vendedores ambulantes también luchan porque se les reconozca un lugar en la sociedad, en este caso, específicamente en el parque.

Óscar, vendedor de mamoncillo, solo pide que “nos dejen trabajar a los vendedores ambulantes o como muchos nos llaman: los informales. Nosotros, que no tenemos local, también necesitamos el apoyo de la alcaldía, de la gente”.

“Los vendedores ambulantes se hacen allá arriba y venden muy económico. Ellos regalan sus productos y nosotros que estamos pagando arriendo en los locales nos quedamos sin vender. La gente llega por allá derecho y como ellos están por ahí regados, entonces venden. Eso nos perjudica a nosotros”, afirmó Mélida Gómez.

Y subrayó: “Ellos deben agruparse y ya se ha hablado con la Administración para que se puedan organizar, que tengan su espacio para que también puedan estar más protegidos, no estar ahí al sol y al agua. Queremos que se organicen bien, a través del turismo, para que todos seamos beneficiados”.

Alejandra Castañeda no tiene ni idea de todo lo que acontece a su alrededor, de las luchas de sus semejantes, partiendo del principio de que todos somos seres humanos. Los tragos empiezan a hacer efecto en su cabeza. Son las 7:00 p.m. y es hora de que Valeria Bolaños lleve a casa a su novia, Daniela Soto. Para Alejandra no es el momento de partir, ahora la que le tiene que ‘seguir la corriente’ es Valeria Aguirre.

Más allá de los conflictos o desacuerdos, la Loma de la Cruz conserva algo de su esencia. La convergencia de culturas se hace evidente y se respira, además de marihuana y cigarrillo, arte.

Gladys Esterilla a la espera de sus clientes. (Foto: Luisa Bolaños).
La cultura
Los grafitis frente a las escaleras dejan de ser actos de vandalismo y se convierten en caminos hacia la reflexión. Uno de los grafitis pareciera ser inspirado en Gladys Esterilla, esa mujer afro descendiente con su vestido despampanante de colores blanco, rojo, verde y azul, haciendo alusión a la bandera de Santiago de Cali. “La vida si importa”, dice otro grafiti. Mientras esperan por ser observados y realmente apreciados, los acompañan las melodías de la música andina, más frecuentemente los días jueves.

Esterilla cuenta que en la Loma se desarrolla una cantidad de actividades culturales. Por ejemplo, el miércoles es de poesía y los jueves hay danza de música andina y talleres en los cuales participan todos los visitantes. Viernes y sábados se pueden encontrar cuenteros o ‘cine al parque’.

Los poetas comparten sus bellas palabras, muchos regalan libros, así como aquel poeta que, en medio de canciones, se acercó a Alejandra para enseñar su arte sin pedir ni un peso a cambio.

Hombres, mujeres y niños suelen juntarse para bailar al son de la música andina. En aquel momento ya no existen fronteras, no existe exclusión. Todos son libres cuando danzan, como en aquella canción Inspiración, del Colectivo El Vuelo, de música andina, que dice que “cada ser humano es un ave que vuela. Volar da libertad. Cada ave es libre cuando hace lo que sabe que es volar, volar, volar”.

La noche se hace profunda, tan profunda que se hace sublime en medio de tantas contradicciones. Tomándose un trago de ron, en esa misma noche, se pierde Alejandra Castañeda en el Parque Artesanal La loma de la Cruz, sin ni siquiera saber de la existencia del grafiti del poema de Ramiro Mar que dice: “Después de la masacre lo único que quedó colgado en mi memoria fue la firme decisión de transformar el mundo, la firme decisión de cambiar el rumbo de la historia”.

(*) Estudiante de periodismo de la Usaca.

Panorámica de la Loma de la Cruz en el año 1960. (Foto tomada del archivo fílmico y fotográfico de la Biblioteca Departamental Jorge Garcés Borrero).

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