En este álbum, además de Cielo de Tambores aparecen otros temas exitosos de Jairo Varela como Una Aventura, Se parectio tanto a ti, Busca por dentro, Debiera olvidarla y Cali aji. |
Adiós a
Jairo de Fátima,
el hijo de Teresa de Jesús
El periodista Lisandro Penagos traza
en este artículo un perfil diferente de Jairo Varela y plantea reflexiones
sobre el cubrimiento mediático de su muerte. Varela falleció el miércoles 8 de agosto,
fue velado en el Teatro Municipal de Cali, el sábado 11 fue trasladado a Quibdó
para que sus coterráneos chocoanos le rindieran postrer homenaje, regresado a
Cali y velado en el Concejo de la ciudad y sepultado el domingo 12 de agosto.
Por Lisandro Penagos (*)
No
dejan los medios de comunicación –cada uno de ellos amarrado a sus recursos y
clichés- de rendirle homenajes al fallecido director del Grupo Niche. Se los
merece todos por sus aportes a la música, pero como casi todos los genios, se
fue debiéndonos explicaciones y algunas disculpas por una soberbia que combatió
diciendo cada que podía que era un hombre humilde. Los noticieros de televisión
ponen sus antenas y transmiten desde la residencia donde murió, quieren meterse
al cuarto de baño donde cayó fulminado por un infarto, saber si estaba desnudo,
si aún fumaba o si las ocho cajetillas diarias de Marlboro eran otra infamia en su contra o cosa del pasado, si su
mascota ciega lo vió, quién lo recogió y una sarta de liviandades que sacien el
morbo que se complementa con más cámaras en Medicina Legal o en el lugar donde
será velado. Todo ello acompañado por los videos de sus canciones, la mayoría
de pésima factura, puro registro y hoy, entrañables documentos.
La
prensa rescata fotografías del archivo y elabora cronogramas con los aspectos
más relevantes de vida, todos relacionados con sus trabajos discográficos y su
quehacer musical. Y la radio, hace sonar una y mil veces, los mismos discos que
rechazaron en sus inicios las casas disqueras y las emisoras, y que obligaron
al Maestro a crear su propio sello discográfico y a combatir primero y promover
después, la payola: pagar para sonar y luego vender. Muy pronto entendió
–antes que todos en Colombia- que con el advenimiento tecnológico que permite
“bajar melodía” el negocio no era vender discos, sino hacer conciertos. En su oficina
de la Calle Quinta con 39 en Cali había siempre un planeador con pocos espacios
en blanco y en su cuenta bancaria, que casi nunca vio el rojo, varios giros con
los anticipos. Lo suyo eran las giras y los negocios. Así son los artistas, lo
apuestan todo y algunos alcanzan la fama. Esos privilegiados mueren y entonces tocan
la gloria. Les hizo “toques” a todos y no averiguó –no le correspondía- de
dónde venía el dinero con el que le pagaban. Pero sabía. Todos sabíamos. Pagó
sueldos integrales a sus músicos y trabajadores, eludió algunas
responsabilidades contractuales y de ley, pero exigió horarios con una
disciplina castrense. Pero no fue lo único, no era perfecto. Era humano.
Como
un río chocoano corrió con furia el rumor -que no alcanza ser mito- de que
varias de sus composiciones fueron de la inspiración de su madre y también, que
las que siguieron a su muerte en 1998 y a cuyo funeral no asistió porque estaba
preso, tuvieron basamento en el legado de poesías que ella escribió. Lo
segundo, claro como las aguas de un manantial pacífico, no es grave. La
creatividad pura es un embeleco, quien ha vivido escribe, pero sobretodo quien
ha leído. Lo primero sin embargo, es plagio pleno, así sea a la mamá y son
varias las coincidencias si se revisan los textos de doña Teresa de Jesús
Martínez Arce. Ella –adelantada a su tiempo y excéntrica- era una mulata, hija de
blanca, ligeramente mezclada; y de un negro. Se alisaba el pelo, usaba
minifalda y se casó de blanco y con un blanco, a pesar de tener ya varios
retoños con él. Lo hizo cuando en Quibdó todavía fusilaban negros y las
veladoras a la virgen no protegían de los incendios provocados que destruían más
de medio centenar de ranchos miserables. Jairo de Fátima, fue uno de sus seis hijos,
y el padre de éste, un antioqueño del
cual debió heredar sus ojos claros y ese gusto por la plata, esa compulsión a
creer que con ella se puede doblegar el mundo. Arrogante y altivo, siempre
dijo: “El Grupo Niche soy yo”. Y es cierto, también se murió el Grupo. Después
de su trabajo A prueba de fuego (1997),
grabó ocho álbumes y no pegó más de dos canciones: Ganas (2002) y Un día después
(2009). Sin embargo, cada cantante, cada músico que llegaba al grupo, sabía
que el peso del pasado alcanzaba para arañar el éxito. Ha muerto el hombre y ha
nacido la leyenda.
No
descansará en paz, ni más faltaba, los músicos y los compositores no se mueren
del todo. No habrá paz en su tumba que se llenará de flores y carátulas, de
fotos y acetatos, de afiches y recuerdos. Habrá al frente intérpretes y
rumberos, melómanos y coleccionistas, ofrendas y pedidos, mujeres que lo amaron
y hombres que lo odiaron, llorando su partida y bendiciendo el haber compartido
con él algún momento así hubiera sido fugaz y efímero: una advertencia, un regaño,
una orden, una ignominia o el aroma del Menticol
que se frotaba para combatir el calor producto de una gordura progresiva que lo
agarró en la cárcel en 1995 y no lo soltó sino el 8 de agosto de 2012 al medio
día, mientras se duchaba. Estaba solo en su apartamento y tal vez tarareaba
alguna composición que no se escuchará en el cementerio y que no podrán
exprimir los que convierten la muerte en espectáculo y simple adulación.
(*) Periodista,
exdirector del programa Amaneciendo de Telepacifico y docente de la Universidad
Autónoma de Occidente.
Excelente texto! Gracias. Felicitaciones! Lo incluimos (eneteceamos) en: Jairo Varela, director del Grupo Niche. Homenaje y Memoria, http://ntc-musica.blogspot.com/2012_08_01_archive.html
ResponderBorrarY qué será eso de "la cultura" de la salsa en Cali? Bien valdría la pena promover y realizar un debate público sobre el tema. Alguien dijo: "Cali se derrumbó y se derrumba y casi todos de rumba pachanguera". ¿Será que la salsa y otras manifestaciones "culturales", o sus manipulaciones, alimentan e inducen a la apatía y a hechos como el reciente 80% de abstención? ... ¿"La civilización del espectáculo"?
ResponderBorrarComentario en: http://www.elpais.com.co/elpais/opinion/columna/luis-guillermo-restrepo-satizabal/narrador